Cuando no puedas controlar lo que está pasando, observa la forma en la que respondes a ello.
Cuando te enojes haz una pausa.
Cuando te canses haz una pausa.
Cuando notes que vas acelerado, elige el silencio y la observación.
Empieza a observar, a mirar y a sentir más allá de tu propio ombligo.
Si no cambias, todo se repite.
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