Una persona mantiene una relación amorosa con otra, de la que se queja amargamente porque la hace vÃctima de unos celos enfermizos. «Es asà porque me quiere mucho, es su manera de amarme», la justifica. Henri-Pierre Cami escribió su Historia del joven celoso acerca de aquel que, preocupado porque los ojos de su amada miraban a todo el mundo, porque con sus manos podÃa hacer gestos de invitación y seducirlos, porque podÃa hablar con otros y sonreÃrles, porque podÃa marcharse de su lado, le arrancó los ojos, le cortó las manos y la lengua, la dejó sin dientes y, por fin, le cortó las piernas. «De este modo —se dijo— estaré más tranquilo». Y entonces dejó de vigilar de manera enfermiza a la joven amada, porque asÃ, en su lamentable estado, ya nadie la desearÃa. Hasta que un dÃa volvió a casa y no la encontró: habÃa desaparecido, secuestrada por un exhibidor de fenómenos de circo.
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«Uno no se ilumina imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente la oscuridad».
Carl Jung
Cuando uno empieza un camino interior no tiene más remedio que topar y transitar con sus sombras. Según Carl Jung, el arquetipo de la sombra representa el «lado oscuro» de la personalidad, rasgos y actitudes que el yo consciente no reconoce como propios. Las personas que nos acercamos a la meditación y a la práctica con constancia reconocemos que desde el primer momento de nuestro trabajo nos encaminamos hacia el encuentro con todo aquello que no nos gusta, que nos incomoda, que nos duele y que, a veces, puede resultar insoportable. Topamos con inquietudes, temores, limitaciones, sentimientos de culpa y agresividad, pero también con deseos que, por una razón u otra, desechamos y reprimimos. Pero las sombras están en algún lugar, no desaparecen. Siguen ahÃ, aunque muchas veces no queramos reconocerlas. Aunque no estén en la conciencia, permanecen en lo más hondo y en algún momento pedirán permiso —o no— para manifestarse. Con frecuencia no aparecen de una forma amable, surgen con demasiado ruido o pueden ser silenciosas externamente pero angustiantes en nuestro interior. En ocasiones, se expresan con gran entusiasmo... Las formas y los colores de las sombras son variables como la vida misma. Ser capaces, con ayuda, de afrontar nuestras oscuridades y de sacar a la luz esas sombras, para que poco a poco florezcan, es sin duda un acto de honestidad, valentÃa, confianza y un valioso trabajo para sanar.
El pasado forma parte de la historia personal y colectiva, y pensar en el futuro sirve para planificar aquello que todavÃa no ha llegado.
Lo que puede llegar a enfermar y a entorpecer el crecimiento es refugiarnos en el pasado o en el futuro de manera continuada:
estar anclados en el pasado, recordando lo que fuimos, lo que tenÃamos, lo que hubiéramos hecho si…
pensar en el futuro, anticipándonos a lo que pudiera pasar si perdemos el trabajo, alguien a quien amamos, si nos enfermamos, etc.
El principal problema que aqueja a muchas personas es la dificultad, cuando no la incapacidad, para vivir en el presente. Un proverbio zen afirma: «Cuando camines, camina. Cuando comas, come». A primera vista puede parecer sencillo, pero vivir el instante presente requiere de un trabajo. Vivimos nuestro dÃa a dÃa ocupando la mente con cuestiones que relegan el presente a un segundo plano.
El presente nos invita a valorar, a agradecer, a aceptar, a vivir de una forma plena, a calmar la mente, a abrirnos a las sensaciones que experimentamos, a lo que nos gusta, a lo que nos duele.
Vivir en el presente es una buena forma de empezar a vivir. No solo significa dejar de pensar en el pasado o en el futuro, sino también aprender a disfrutar del aquà y ahora, a ser plenamente conscientes.
Si somos capaces de anclarnos interiormente en el momento presente seremos capaces de liberarnos del pasado, como también de sentirnos libres proyectando nuestro futuro, pero sin tanta angustia.
¡Cuántas veces sentimos miedo por aquello que nuestra mente apenas se imagina!
El miedo devasta las conciencias, desequilibra interna y externamente e incita a crear más miedo. El miedo paraliza y nos vuelve fácilmente manipulables. El miedo hace que entremos en pánico y adoptemos actitudes irracionales.
Aprovechemos el momento presente para aceptar que la Vida fluye a través de nosotros, para descubrir quiénes somos, cómo actuamos y desde dónde.
Aprovechemos para prestar atención a nuestros pensamientos y a cuestionarnos por qué pensamos como pensamos, por qué hacemos lo que hacemos, qué es lo que se está poniendo en juego a nivel interno y externo, y entre otros muchos aspectos, a aceptar que no podemos controlar lo impredecible.
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