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Terapias combinadas para una Vida Plena
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  • Foto del escritor: Eva Rodríguez Renom
    Eva Rodríguez Renom

Un elemento necesario para la práctica del Zen es el desapego.


Sentarse en silencio es un aprendizaje del desapego.


Desapegarse significa dejar de necesitar, de depender, de vivir con miedo. Significa también desprendernos de todo aquello que no somos y que hemos ido acumulando a lo largo de la vida por imposiciones educativas, culturales y sociales… ¿para qué? Para ser reconocidos y aceptados.


Evidentemente, no es una tarea nada sencilla. Vivir, ya sabemos, no lo es.


Aparecen muchos miedos: a no ser suficientemente inteligentes, exitosos, a no sentirnos amados, a que nos abandonen, a que nos rechacen, a enfermar, a la muerte, etc. Miedos difíciles de erradicar si no se realiza un trabajo personal guiado por un especialista, dado que muchos de esos miedos son inconscientes.


El Zen y la psicoterapia nos ayudan a acceder poco a poco a liberarnos de las cadenas, a hacer conscientes nuestros miedos y a entender, progresiva y paulatinamente, aquellas construcciones que forman nuestro yo. Para ello hemos de ser capaces:

  • De aprender sobre el miedo y no a cómo escapar de él.

  • De aceptar cómo somos.

  • De liberarnos de aquello que no nos sirve, que pesa en nuestras espaldas, para que pueda aparecer el yo verdadero y profundo.

El origen de nuestros miedos está en cómo pensamos; liberarnos del miedo es adquirir la verdadera libertad interior. Por ello, el Zen nos ejercita en situarnos en el silencio del momento presente: el camino hacia el verdadero desapego.


¿Cómo hacerlo? Cuando llegue un pensamiento o una emoción, dejarlos pasar, no procurarles alimento, sino solo observar al igual que las olas que llegan a la orilla y luego se retiran. Sin caer, por supuesto, en la trampa de que no debemos pensar. El pensamiento usado correctamente es una herramienta hacia nuestra libertad.


Ser capaces de detener nuestros pensamientos es liberarnos de los miedos que nos impiden nuestra liberación.


Práctica del Zen
El desapego





  • Foto del escritor: Eva Rodríguez Renom
    Eva Rodríguez Renom

«Uno no se ilumina imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente la oscuridad».

Carl Jung

Cuando uno empieza un camino interior no tiene más remedio que topar y transitar con sus sombras. Según Carl Jung, el arquetipo de la sombra representa el «lado oscuro» de la personalidad, rasgos y actitudes que el yo consciente no reconoce como propios. Las personas que nos acercamos a la meditación y a la práctica con constancia reconocemos que desde el primer momento de nuestro trabajo nos encaminamos hacia el encuentro con todo aquello que no nos gusta, que nos incomoda, que nos duele y que, a veces, puede resultar insoportable. Topamos con inquietudes, temores, limitaciones, sentimientos de culpa y agresividad, pero también con deseos que, por una razón u otra, desechamos y reprimimos. Pero las sombras están en algún lugar, no desaparecen. Siguen ahí, aunque muchas veces no queramos reconocerlas. Aunque no estén en la conciencia, permanecen en lo más hondo y en algún momento pedirán permiso —o no— para manifestarse. Con frecuencia no aparecen de una forma amable, surgen con demasiado ruido o pueden ser silenciosas externamente pero angustiantes en nuestro interior. En ocasiones, se expresan con gran entusiasmo... Las formas y los colores de las sombras son variables como la vida misma. Ser capaces, con ayuda, de afrontar nuestras oscuridades y de sacar a la luz esas sombras, para que poco a poco florezcan, es sin duda un acto de honestidad, valentía, confianza y un valioso trabajo para sanar.


Cuando uno empieza un camino interior no tiene más remedio que topar y transitar con sus sombras.
Transitar con las sombras



  • Foto del escritor: Eva Rodríguez Renom
    Eva Rodríguez Renom

Lo roto
Cuando las cosas se rompen

Cuando las cosas se rompen, no te esfuerces en querer pegarlas, si sólo eres tú que lo intentas. A veces las cosas suceden por algún motivo, aunque en estos momentos no lo sepas.


No quieras salvar ni cuidar a quien no quiere ser cuidado ni amado.


No renuncies a lo que eres con quien eligió otro camino.


No lastimes tu alma ni lo intentes una vez más a cambio de nada cuando ya se fue.


Acepta lo que es en estos momentos y sigue avanzando a tu ritmo. No es un camino fácil y cuesta. Se trata, poco a poco, de elaborar, reparar y seguir.


La otra persona, como tú, está en su proceso y quizás más adelante podáis encontraros de nuevo o quizás vuestros caminos ya serán muy distintos y no será posible este encuentro.


La vida nos enseña tanto. La vida es un aprendizaje constante.


Cada uno de nosotros escoge lo que considera más adecuado y, aunque a veces no sea posible, es mejor vivir sin tanto dolor.


Y por encima de todo ello te recomiendo, que te equivoques de estación, que camines sin brújula, que desordenes tus pensamientos, que transformes tus recuerdos, que dibujes nuevos sueños, que bailes desnuda, que sientas de nuevo y que vivas sin miedo.


El camino
El camino es el camino





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