La lentitud tanto en nuestro pensamiento como en nuestras acciones es una forma precisa, efectiva y eficiente de encarar la vida. Pierre Sansot dice que a sus ojos la lentitud era sinónimo de ternura, de respeto, de la gracia de la que las personas y los elementos a veces son capaces. Se trata de una elección vital. Aprovechemos en vagar, escuchar, aprender a aburrirnos, soñar, saber esperar, escribir sin prisas, disfrutar de la comida, de acoger el mundo y de no olvidarnos de nosotros mismos. Apreciar la vida. En palabras de él:
«Pienso que vivir, constituye en lo que a mí respecta una oportunidad que no me será concedida una segunda vez... porque valoro a cada momento la suerte que tengo de estar vivo... la vida misma como ondulación, como despliegue, la vida en pequeñas gotas más que como un río impetuoso... una luz más que una fuerza».
«Desde hace algunos años práctico a mi manera el arte de lo poco. Trato de transformar la pasividad en acción. Camino menos, pero miro mejor. A falta de actuar, pienso. Ya no doy brincos con las piernas, sino con la mirada. Me gustaría transformar los déficits en cualidades; al dejar de ser actor, convertirme en un espectador privilegiado».
Pierre Sansot, Del buen uso de la lentitud