top of page
Terapias combinadas para una Vida Plena
Buscar

La estadística muestra cada vez con más claridad cómo cambian los tiempos: una de cada cien personas está envuelta en una relación tóxica.


Relaciones tóxicas
¿Estás en una relación tóxica?

Hay muchas características que describen a las relaciones tóxicas. Una de ellas es que en un vínculo tóxico siempre hay alguien que quiere tener la última palabra (lo has hecho bien, pero es demasiado tarde), es egocéntrica, habla continuamente y en exceso de sí misma y, cómo no, es el centro de atención. Otro rasgo llamativo es que para dichas personas siempre es el otro el responsable y el culpable de todo. Jamás reconocen que se hayan excedido, y si alguna vez lo hacen es porque el otro (tú) tienes la habilidad de potenciar lo peor de ellos.


En una relación tóxica siempre existe un tono constante de crítica y de tensión. Las toxicidad provoca incluso la duda: esos reproches de la otra parte, esos malos tonos, ¿no serán con razón? La manipulación psicológica y afectiva hace que creas que no son ellas las que se comportan así contigo, sino que eres tú quien lo ha entendido mal.

La posición de víctima también es habitual que emerja en una relación tóxica. Ser víctima facilita evitar cualquier asomo de responsabilidad y cualquier análisis crítico de nuestros actos. Aunque pueden llegan a decir algo negativo sobre sí mismas, las personas que se victimizan esperan que reacciones con lástima; en definitiva, le dan la vuelta a su discurso y al final consiguen darte pena.


Otras frases que a menudo les escucharás decir son «así son las cosas», «no puedo hacer nada; soy así (y punto)». Las sueltan sin más, para evitar cualquier cambio, cualquier disculpa, cualquier posibilidad de tender puentes. Detrás de estas frases, que actúan como escudos, detrás de estas excusas, se esconden personas envidiosas, una envidia que las devora por dentro. Son unas meteculpas, especialistas en hurgar en la herida, y profundamente dependientes.

En una relación tóxica la otra parte busca la mejor manera de hacerte sentir mal, de manipularte emocionalmente y dejarte desencajado. Funciona como una máquina de destrucción. Poco a poco, torturándote como si de una gota malaya se tratara, te va llevando a su terreno y acabas siendo una presa perfecta de su sadismo.

De todos modos, al lado de una persona que actúa así hay otra que permite ese trato, de ahí la toxicidad de la relación. Si sabes que estás junto a alguien que no te trata bien y no puedes (quieres) dejarla —salir de este círculo tan dañino no resulta sencillo—, quizás te tendrías que preguntar: ¿cuáles son los motivos que me han llevado a escoger a esta persona, este tipo de vínculo, de relación, y no otro? ¿Qué es lo que me impide dejarla? ¿Por qué razón inicio (y mantengo) este tipo de relaciones altamente perjudiciales?

Decir no al miedo es el primer paso. El segundo tienes que darlo tú.

  • Foto del escritor: Eva Rodríguez Renom
    Eva Rodríguez Renom

«Uno no se ilumina imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente la oscuridad».

Carl Jung

Cuando uno empieza un camino interior no tiene más remedio que topar y transitar con sus sombras. Según Carl Jung, el arquetipo de la sombra representa el «lado oscuro» de la personalidad, rasgos y actitudes que el yo consciente no reconoce como propios. Las personas que nos acercamos a la meditación y a la práctica con constancia reconocemos que desde el primer momento de nuestro trabajo nos encaminamos hacia el encuentro con todo aquello que no nos gusta, que nos incomoda, que nos duele y que, a veces, puede resultar insoportable. Topamos con inquietudes, temores, limitaciones, sentimientos de culpa y agresividad, pero también con deseos que, por una razón u otra, desechamos y reprimimos. Pero las sombras están en algún lugar, no desaparecen. Siguen ahí, aunque muchas veces no queramos reconocerlas. Aunque no estén en la conciencia, permanecen en lo más hondo y en algún momento pedirán permiso —o no— para manifestarse. Con frecuencia no aparecen de una forma amable, surgen con demasiado ruido o pueden ser silenciosas externamente pero angustiantes en nuestro interior. En ocasiones, se expresan con gran entusiasmo... Las formas y los colores de las sombras son variables como la vida misma. Ser capaces, con ayuda, de afrontar nuestras oscuridades y de sacar a la luz esas sombras, para que poco a poco florezcan, es sin duda un acto de honestidad, valentía, confianza y un valioso trabajo para sanar.


Cuando uno empieza un camino interior no tiene más remedio que topar y transitar con sus sombras.
Transitar con las sombras



El pasado forma parte de la historia personal y colectiva, y pensar en el futuro sirve para planificar aquello que todavía no ha llegado.


Lo que puede llegar a enfermar y a entorpecer el crecimiento es refugiarnos en el pasado o en el futuro de manera continuada:

  • estar anclados en el pasado, recordando lo que fuimos, lo que teníamos, lo que hubiéramos hecho si…

  • pensar en el futuro, anticipándonos a lo que pudiera pasar si perdemos el trabajo, alguien a quien amamos, si nos enfermamos, etc.

El principal problema que aqueja a muchas personas es la dificultad, cuando no la incapacidad, para vivir en el presente. Un proverbio zen afirma: «Cuando camines, camina. Cuando comas, come». A primera vista puede parecer sencillo, pero vivir el instante presente requiere de un trabajo. Vivimos nuestro día a día ocupando la mente con cuestiones que relegan el presente a un segundo plano.


El presente nos invita a valorar, a agradecer, a aceptar, a vivir de una forma plena, a calmar la mente, a abrirnos a las sensaciones que experimentamos, a lo que nos gusta, a lo que nos duele.


Vivir en el presente es una buena forma de empezar a vivir. No solo significa dejar de pensar en el pasado o en el futuro, sino también aprender a disfrutar del aquí y ahora, a ser plenamente conscientes.


Si somos capaces de anclarnos interiormente en el momento presente seremos capaces de liberarnos del pasado, como también de sentirnos libres proyectando nuestro futuro, pero sin tanta angustia.


¡Cuántas veces sentimos miedo por aquello que nuestra mente apenas se imagina!

El miedo devasta las conciencias, desequilibra interna y externamente e incita a crear más miedo. El miedo paraliza y nos vuelve fácilmente manipulables. El miedo hace que entremos en pánico y adoptemos actitudes irracionales.


Aprovechemos el momento presente para aceptar que la Vida fluye a través de nosotros, para descubrir quiénes somos, cómo actuamos y desde dónde.


Aprovechemos para prestar atención a nuestros pensamientos y a cuestionarnos por qué pensamos como pensamos, por qué hacemos lo que hacemos, qué es lo que se está poniendo en juego a nivel interno y externo, y entre otros muchos aspectos, a aceptar que no podemos controlar lo impredecible.




Bello atardecer
Vivir el instante presente



Suscríbete a nuestro blog

¡Gracias!

  • Youtube
  • Whatsapp
  • Icono negro LinkedIn
  • Instagram

             Psicoterapeutas | Psicoanalistas | Terapeutas integrales

Vida Plena | Psicóloga en Barcelona 

© 2025

bottom of page